Siempre fuimos a destiempo,
nunca nos llegó el momento
en un lugar que no era el nuestro.
Apenas duró lo que el olvido en la memoria,
lo que un suspiro en una boca.
Toda una historia en una sola gota.
Los dos buscando consuelo
a cambio de unos pocos besos
incapaces de ocultar el sabor a sal
que se desliza por la mejilla,
brotando al filo de una herida
en forma de gota errante y fría.
Y todas ellas reposarán
en los frascos de mi desván,
instantáneas hechas de agua
para no olvidar.
Bajo una luna creciente,
brillante sobre la piel caliente
tan sólo quedará una gota de mar
encajada entre dos ombligos,
conociéndose dos desconocidos
y esa única noche siendo testigo.
Lluvia que baña despedidas
teñidas de melancolía,
llora el cielo y va evaporándose
la misma gota en nuestros labios
en aquél adiós indeseado,
se me escurre como arena entre las manos.