Ignasi Bosch

Escondidos en la cueva de Korsakoff

Damien W- Servicio secreto del Proyecto, “Arcángel”- Destinado en París.

Domingo 7 de Septiembre de 2036

Era tarde, como tantas otras veces me había quedado trabajando hasta altas horas de la madrugada, desde que el sueño me abandonó era una rutina hacerlo. No es que no tuviese sueño, simplemente que el sueño me rechazaba, era incapaz de dormir poco más de una hora seguida. Me despertaba empapado en sudor y sin aire en mis pulmones. Tenía pesadillas horribles.

Así que avanzaba faena por tal de no pensar en el cansancio.

Me dispuse a seguir con el próximo objetivo de mi lista:

Nombre: Ivonne Hodges. Nivel de seguridad 2B posible 2A.
Apellido de soltera: Bardou.
Nacida en Le Faulx(Francia) el 25 de Julio de 1987
Viuda de Jonathan Hodges, Traductor simultáneo en cumbres, congresos y conferencias. Colaborador del Proyecto. Nivel de seguridad 2A.
Ocupación: Encargada de mantenimiento de la cadena de hoteles Valmont.
Paradero actual: Hospital Psiquiátrico de Saint-Etienne-du-Rouvray.
Diagnóstico: Síndrome de Korsakoff.
En tratamiento psicológico a cargo del Dr. Jean Pierre Duvivier.

Jean Pierre Duvivier: Psicólogo en el Hospital Psiquiátrico de Saint-Etienne-du-Rouvray. Nivel de seguridad 7B posible 2C.
Casado con: Andréa. Antropóloga del Programa B-1. Nivel de seguridad 7A.
Hijos/as: Michelle y Vanessa.
Domicilio:  Rue de la Ravine nº3. Vernon (Francia).

Colaborador Jonathan Hodges, varios años de servicio, alarmantes irregularidades propiciaron que se le aplicara un seguimiento. La investigación delató el intento súbito, y totalmente improcedente, del abandono del Proyecto. Se ordenó aplicarle el protocolo 3/12.2: Eliminación inminente del sujeto y de posibles cómplices.
Ivonne no se encontraba con ellos en el momento del accidente. Siguiendo el protocolo se dejó un espacio de tiempo prudencial en el cual se le perdió la pista.
Dos años más tarde se la localizó en un hospital psiquiátrico de una pequeña localidad francesa.
Tras perder a su familia se refugió en la casa de veraneo de sus padres, cayó en una profunda depresión y acabó por alcoholizarse.
Se le diagnosticó el Síndrome de Korsakoff a consecuencia de su alcoholismo crónico, se trata de una lesión cerebral que causa ciertos tipos de amnesia.

Lo primero que hice fue introducirme en la base de datos del hospital para buscar un informe detallado del estado de la paciente.

La paciente presenta un cuadro de cerebropatía psíquica toxémica.
Polineuritis alcohólica con síntomas mentales distintivos: pérdida de la memoria, amnesia retrógrada, desorientación temporal y espacial, y confabulaciones(...).

Mis conocimientos de medicina eran menos que nulos, pero la descripción parecía ser lo bastante entendible incluso para un profano en la materia como yo.

Me quedé unos minutos contemplando la pantalla. Parecía algo milagroso, era todo demasiado perfecto. ¿Realmente podía alguien perder, borrar, arrancar de raíz recuerdos? Fue inevitable que me pasaran por la mente un cúmulo de pensamientos.

“En una situación realmente tan desesperada, el estado en el que está esa mujer, es posible que sea lo más parecido a la felicidad de lo que le sería posible estar jamás, a su manera es afortunada. Si yo pudiese olvidar seguramente podría dormir tranquilo.

Y si el mundo pudiese olvidar, pudiese tachar lo que es preferible no saber, quizá de esta forma viviría de una manera más plena y feliz. O quizá no, quizá se cometerían los mismos errores una y otra vez, pero aún así, ¿hasta qué punto la ingenuidad, la ignorancia e incluso la inocencia otorgan felicidad a su portador? El hombre quiere saber, acumular información, la información es un valor, el conocimiento es un activo importante en la historia, pero ¿hasta qué punto nos ha hecho más felices?

Si todos partiéramos de cero cada vez gozaríamos de las mismas oportunidades, nos valdríamos más por nosotros mismos, como sociedad seguramente no avanzáramos demasiado pero como seres humanos probablemente sí.”

Me vino un mareo repentino y decidí hacer otro intento en descansar un rato, llevaba demasiado agotamiento encima, no conseguía pensar con demasiada claridad, me sentía espeso, colapsado. Me eché en la cama y descansé un par de horas.

Al despertar vi en la pantalla del ordenador el expediente de Ivonne y decidí visitarla. Había algo de personal en este caso, quería comprobar cómo se vive sin recuerdos, si era realmente posible eso.

Me dirigí al hospital, las instalaciones eran impresionantes, todo el centro estaba rodeado por jardines meticulosamente cuidados, un silencio envolvente se veía ligeramente arañado por el canto de los pájaros y el ruido de los surtidores de la fuente en la entrada principal.

Me hice pasar por agente social con la misión de hacer un censo y una pequeña valoración de los centros europeos con la finalidad de crear una base de datos para un futuro proyecto de asociación de psiquiátricos o algo por el estilo todavía por concretar.

Me enseñaron muy servilmente el recinto, cuando nos dirigíamos al comedor observé que desde el fondo del corredor aparecía el doctor Duvivier, pues había visto su foto en el informe que me adjuntaron. Me dirigí hacia él, la enfermera acompañante me siguió acelerando el paso para no quedar atrás.

-Buenos días doctor........ –Esperando que él terminara la frase.

-Jean Pierre, ¿y usted es? – Preguntó algo extrañado.

-Damien Pelain, agente social, mucho gusto.

-Está de visita para ver el centro, doctor. - Se avanzó la enfermera procurando ser servicial.

-¿Puedo ayudarle en algo señor Pelain? – Dijo con cierta suspicacia.

-Sus instalaciones son realmente ejemplares, doctor, disculpe la confianza pero ya le hubiese gustado a mi madre poder disponer de un centro como el suyo, la pobre. – Mi plan era claro.

-¿Su madre? – En sus ojos podía vislumbrar destellos de desconfianza, ese doctor era más listo de lo que parecía, intuía que no se estaba creyendo nada de lo que le estaba contando.

-Sí, mi madre, le diagnosticaron la enfermedad de Korsakef, o Karkosof o algo por el estilo, fue todo muy repentino, ¿sabe usted? – Yo seguía intentando hurgar.

-¡Qué casualidad! ¿Verdad doctor? – La ingenua enfermera sí que se había tragado el anzuelo y fue ella quien me sirvió de cómplice sin pretenderlo.

-¿A qué se refiere? - Pregunté haciéndome el interesado.

Mirando de reojo con cierto enojo y con voz de resignación dijo – Supongo que se refiere a la señora Hodges, también padece el síndrome de Korsakoff, que es lo que debía tener su madre. Pero no quisiera distraerles de su tarea, seguro que le quedan cosas por ver. – ¡Estaba intentando deshacerse de mí!

-¡No! También forma parte de la visita el comprobar el estado de los internados y me encantaría ver a la señora... ¿Hodges?, si no es impedimento, cuando ingresaron a mi madre yo estaba trabajando en el extranjero y casi no pude ni verla, si fuese posible conocerla sería como redimirme de un lastre que llevo muchos años arrastrando, ¿sabe usted? – Ya lo tenía en jaque.

Se quedó unos segundos pensativo.

-Seguro que tendrá usted cosas que hacer señorita Claudie, hágalas, yo me encargo de la visita del señor Pelain. – Ordenó con tono autoritario dirigiéndose a ella pero mirándome a mí.

-Sí señor, si necesitan cualquier cosa llámenme, mucho gusto señor Pelain, hasta luego. – Me dedicó una sonrisa con cierta picardía y se marchó. 

-¿Y cómo dijo usted que su madre contrajo el síndrome?- mientras empezábamos a caminar, comenzaba lo que parecía un interrogatorio.

-No creo haberlo hecho doctor, es un tema un poco escabroso. Mis padres se separaron y ella nunca pudo llegar a superarlo. Empezó a beber y creo recordar que eso tuvo algo que ver, pero como ya le he dicho transcurrió todo estando yo lejos de casa. – Improvisé recordando el informe clínico de Ivonne Hodges.

-¿Y sabe en qué centro la ingresaron? – Ahora el que hurgaba era él.

- Pues no le sabría yo decir, hace mucho tiempo de eso y todos lo procuramos olvidar, pero olvidar no es nada fácil.-Observé de manera sincera.- Precisamente los afectados de ese síndrome sí que pueden, ¿no es así doctor? O al menos eso nos contaron. – Contraataqué. 

-Los pacientes que lo sufren suelen presentar amnesia anterógrada, tendencia a la fabulación y polineuritis.-Respondió recitando de manera fría y aburrida.

-Los términos que usan ustedes siempre los he encontrado innecesariamente complejos. Amnesia ¿qué?

-La amnesia anterógrada también es llamada amnesia de fijación. Se refiere a la incapacidad para aprender nueva información tras la aparición del trastorno. El paciente parece olvidar al mismo ritmo que se suceden los acontecimientos.

-De forma que el pasado sí que se recuerda- Pregunté de forma innecesariamente interesada, cosa que hizo que me volviera a mirar de manera desafiante.

-Normalmente es eso exactamente lo que sucede, pero el caso que verá en unos instantes es algo peculiar. Presenta una amnesia retrógrada, o sea, justo lo  contrario.-Se apresuró a aclarar.

-De manera que no recuerda el pasado.

-Exacto, parte de él.

-¿Qué parte exactamente? Porque sí que debe acordarse de hablar o de leer ¿no?

-Sí, las zonas afectadas abarcan otros campos, la inteligencia, capacidades práxicas, gnósicas, lenguaje y abstracción están intactas, tan sólo se ve afectada la memoria de un lapso de tiempo, el cual, tiende a ir aumentando, según la ley de Ribot .

-Me lo pone muy difícil doctor, ¿Ley de quién?

-Ley de Ribot, determina la pérdida de información en orden inverso al que se aprende, es decir, se pierden recuerdos recientes y persisten los antiguos.

-Interesante.... – Si eso era verdad, la enfermedad podría salvarle incluso la vida, menuda ironía.

-Ya hemos llegado.

Ivonne se encontraba sentada en un banco, leyendo un libro bajo la generosa sombra de una elegante y gigantesca acacia.

-Buenos días señora Hodges, ¿cómo se encuentra hoy?- Le cambió el tono por completo, la agresividad que había mostrado hasta el momento se convirtió en dulzura paternal.

-Jean.... doctor Duvivier, bien, me encuentro mucho mejor, esta noche he dormido de un tirón ¿qué le trae por aquí?- En un primer momento se me pasó por alto el desliz y me quedé mirándola envidiando el simple hecho que ella sí pudiese dormir.

-Tenemos una visita, el señor Pelain está visitando el centro. –Me miraron los dos a la vez.

-Buenos días señora, me han hablado de usted, ¿qué tal está atendida? –Pregunté mientras me agachaba hasta su altura, tenía que justificar mi papel.

-Pues la verdad que estoy encantada de estar aquí, me cuidan mucho y me siento querida. Hay cosas que no recuerdo ¿sabe? Aquí se ocupan de mí, son muy amables y les estaré agradecida siempre.-Respondió de manera precipitada con una medio sonrisa temblorosa.

Según el informe esa mujer debía tener poco más de cincuenta años, pero parecía mucho mayor. Su piel no tenía brillo y sus ojos eran opacos, casi inertes.

-¿Y cómo es eso de no acordarse de las cosas?- Mientras ponía mi mano en su regazo.

-Bueno, no sabría decirle, me quedo con mi día a día, mis libros.... – Mientras me hablaba observé cómo alternaba miradas fugaces hacia el doctor, como buscando su aprobación.

-¿Y qué es exactamente lo último que recuerda antes de estar aquí? –Pregunté como por pura curiosidad.

-Mis únicos recuerdos borrosos son de niña, jugando en el campo, correteando entre árboles...- Dijo mientras miraba a un horizonte perdido y sus ojos empezaban a inundarse de melancolía.

-Es suficiente señor Pelain, no debemos molestar más a la señora Hodges, esto no ayuda a su terapia. – Volvió el tono de perro guardián.

Mientras me acompañaba a la salida le pregunté si esa enfermedad, o lo que fuese que tuviera la señora Hodges, tenía cura y en qué consistía la terapia. Me respondió que era prácticamente imposible que llegara a recuperar ninguno de sus recuerdos. La terapia estaba enfocada en restablecer su persona y superar el problema con el alcohol que casi le quita la vida.

Al llegar al piso franco no pude si no recordar al detalle cada momento, cada frase de mi fugaz visita al centro. Había demasiadas cosas que no acababan de encajar y todo el tema olía a encerrona. La excesiva protección del doctor, su reticencia y desconfianza, la señora Hodges que, en un momento de descuido, rompía el trato distante medico-paciente, y algo en el conjunto que despertaba mis sospechas.  

Decidí investigar un poco más para asegurarme de que no había habido ninguna fuga, de que Jonathan Hodges no había desvelado secretos del Proyecto poniendo en peligro la vida de su mujer y que en caso que pudiese ser cierto, que ésta no le hubiese confiado ningún dato al doctor Jean Pierre Duvivier. Por mi trabajo sabía de sobra lo rápido que puede llegar a expandirse la información y lo peligroso que eso es. La curiosidad humana de querer saber y la debilidad de no saber callar. El caso podía complicarse de un modo preocupante.

Después de un par de días intentándolo, finalmente conseguí introducirme, a través de la red,  en el ordenador particular del doctor y curioseé sin demasiadas esperanzas de encontrar nada relacionado con el caso. Mi sorpresa fue tropezar con una carpeta llamada “I.Bardou”, era mi día de suerte. Bardou era el apellido de soltera de Ivonne, si era cierto que no recordaba nada ¿cómo conocía él su nombre de soltera?

Había expedientes médicos, estudios psiquiátricos, imágenes de los tacs, resonancias magnéticas y un archivo de texto llamado “sesiones”, pero que resultó ser más bien un diario de seguimiento.

Se notaba que este doctor se tomaba su trabajo de una manera especial, muy personal.

Viernes 1 de Diciembre de 2034

Hoy ha ingresado una nueva paciente, Ivonne Bardou. La ha traído Fernand, el jardinero del centro y, por lo que parece, vecino de la señora en el pueblo de Andé.

Fernand me ha contado que conocía al matrimonio Bardou, veraneaban precisamente en esa casa pero murieron hace ya unos cuantos años, Ivonne era su hija y se instaló allí hará cosa de un año.

Se extrañó cuando observó la casa con las persianas bajadas a plena tarde y el coche en el garaje. Nunca había tenido visitas de ningún tipo ni se había hecho con nadie del pueblo. Únicamente él era con quien tenía contacto y se limitaba a un saludo cuando ella salía a fumar en el jardín.  

Forzó la puerta y se la encontró en el suelo con una botella de bourbon  en la mano y un frasco vacío de somníferos en el bolsillo. La llevó rápidamente a urgencias y le practicaron un lavado de estómago. Por suerte no era demasiado tarde.

La tuvo unos días en su casa atendiéndola hasta que estuvo en condiciones y decidió traerla aquí.

Presenta una desnutrición considerable y una clara toxicomanía alcohólica.

Sábado 3 de Febrero de 2035

Llevamos tres meses de terapia y parece que nos hemos estancado. Existe un punto muerto que todavía no he llegado a encontrar, hemos hecho pequeños avances en restablecer un caldo de cultivo más óptimo para el asentamiento de las principales bases pero no consigo atravesar esa barrera que parece inexpugnable.

La paciente parece entender y asimilar bien los principios básicos, tiene capacidades y aptitudes pero su actitud no es la más idónea. Seguramente la toxicomanía que presenta, y en la cual se está avanzando en su tratamiento, tenga algo que ver. Pero a mi entender ese problema es tan sólo la punta de un iceberg que se resiste a salir a flote.

La infranqueable desconfianza que presenta no ayuda a esclarecer nada de las causas que la llevaron a tales circunstancias.

En la próxima junta presentaré la propuesta de llevar este caso personalmente y propondré que yo sea el único terapeuta que la trate. Para llegar a la raíz creo que ayudará primero ganarme a la paciente, una vez llegue a la persona podré acceder a su interior y ver el origen de la neurosis. Mi opinión es que este caso es distinto al del resto de los internos.

Lunes 21 de Mayo de 2035

El tratamiento exclusivo está dando buenos resultados. La paciente está colaborando y poco a poco va abriéndose a la terapia. Hemos avanzado en pequeños pero importantes aspectos. El grado de desconfianza ha disminuido y lentamente parece que me ve algo más cercano y menos peligroso, pero sigue manteniendo patrones rígidos y herméticos en lo referente a su pasado reciente.

Hoy hemos salido del centro, hemos dado una vuelta por el valle del Sena y paseado descalzos por la orilla, cerca de donde vamos a merendar a menudo con Andréa y las niñas.

La naturaleza es la mejor de las terapias, con el inmenso cielo azul ligeramente manchado por blancas nubes sobre tu cabeza, sin paredes que te aprisionen, con aire limpio y fresco en los pulmones los problemas empequeñecen y uno se siente más libre para soltarse.

Me ha revelado que de pequeña, en verano, también lo hacía. Ella y una amiga cogían las bicicletas y costeaban los meandros, y que siempre acababan empapadas de pies a cabeza. Correteaban por los campos de trigo con los brazos extendidos notando el cosquilleo de las aristas en las plantas de las manos. Que se subían a los árboles a comerse las galletas de chocolate que habían robado del fondo del cuarto cajón donde las escondía la abuela de su amiga creyendo, que allí, estarían a salvo de sus voraces fauces. Que se echaban boca arriba en la fresca y verde hierba y jugaban a adivinar las formas de las nubes, ganaba la que era más original y solía ser siempre ella.

Nunca me había hablado tanto tiempo ni de tantas cosas y es la primera vez, desde que está aquí, que la he visto sonreír. Y aunque era una sonrisa triste también era una sonrisa sincera.

Poco a poco voy llegando a ella.

Lunes 26 de Noviembre de 2035

Después de casi un año de su ingreso en el centro y de una evolución lenta pero constante, ha pasado algo que nos ha hecho retroceder.

Habíamos establecido una dinámica muy favorable. Su alcoholismo está erradicado, al ser en tan poco tiempo me hizo determinar que no se trataba de una dependencia fuerte y que tan sólo respondía a un problema psicológico.

Dicho problema psicológico era el que se resistía más a ser tratado. La terapia había conseguido restablecer la motivación de la paciente y su actitud había hecho un giro extraordinario hasta conseguir, prácticamente, un comportamiento normal en las facetas más comunes del día a día. 

Sin embargo hoy ha sufrido un ataque agudo de pánico. En las primeras semanas ya presentó trastornos de pánico, podría asegurar que los venía sufriendo desde tiempo atrás y estoy casi seguro que fue eso lo que le empujó a la bebida.

En la sesión de la mañana ya he percibido un cambio importante en el estado de ánimo pero lo he atribuido al mal descanso acumulado o a cambios hormonales producidos por la menopausia. Pero al mediodía ya no ha aparecido por el comedor y por la tarde ha sufrido el ataque. Le han suministrado  tranquilizantes y está en observación.

Mi hipótesis es que el hecho traumático que se encierra en omitir tiene alguna relación con esta época del año. Estas fechas, concretamente, coinciden con el intento de suicidio de un año atrás. No lo sé entender de ninguna otra forma. Hay algún factor relativamente reciente que inflexionó su vida, de lo contrario no existiría ese hueco tan marcado de los últimos años. Sus experiencias de niñez y adolescencia carecen de ningún elemento perturbador ni traumático. 

Jueves 10 de Enero de 2036

Las navidades nunca suelen ser demasiado brillantes en el hospital. La carga emocional de los recuerdos, de sentirse separado de los suyos, el frío que obliga a quedarse encerrados todo el día entre las cuatro paredes y tantas otras cosas acaban por conseguir teñir el ambiente de una melancolía cortante. Y es extremadamente fácil dejarse llevar por ese escenario apagado y sucumbir.

Pero Ivonne parece del todo al margen de eso, ha vuelto a redescubrir la vida, ha encontrado en algún rincón de su alma unas gotitas del elixir. Algo le ha devuelto las ganas de vivir. Se ha convertido en mucho más que una simple aliada con respecto a los demás internos, en ocasiones podría bien pasar por una de las enfermeras al atender y al hablar con ellos, su delicadeza y atención son dignas de una paciencia infinita.

Después de los últimos episodios, un par de meses atrás, no sólo reemprendimos la terapia sino que avanzamos al doble de velocidad.

Y hoy, por fin, ha dado fruto tanto empeño. En la visita de la mañana estábamos los dos observando el paisaje helado desde la ventana del despacho, sentados uno al lado del otro. Yo le estaba contando que esta noche había helado de una manera descomunal, en el trayecto de casa hasta el hospital me he encontrado tres coches que se habían salido de la carretera a causa del hielo que había en la calzada. Y de pronto como la cosa más natural del mundo me ha dicho: “John y yo nos conocimos gracias a un resbalón en el hielo, me atropelló literalmente”. Me he quedado de piedra, nunca había salido ese tal John, pero por el tono en que lo ha dicho, debe ser una persona importante. No he preguntado, he decidido que surja de ella misma, que cuente lo que necesite o lo que esté preparada para contar.

Nos hemos quedado en silencio observando la blanca llanura, raramente un cómodo silencio. Unos minutos más tarde me ha cogido de la mano y me ha dicho que mejor dejarlo por hoy y se ha retirado a leer. Yo me he quedado unos instantes solo, mirando por la ventana pero sin ver nada, absorto del mundo pensando en ese John.

Viernes 15 de febrero de 2036

Poco a poco, como un cuentagotas, John ha ido apareciendo en nuestras conversaciones.

Y a su vez también algo que no tiene nombre propio. Con Ivonne se ha creado un vínculo difícil de describir. En ocasiones es frágil y asustadiza como una mariposa y en otras muestra una seguridad y determinación que te supera y tan sólo puedes rendirte a su merced y apoyarte para dejarte llevar. Siempre con una sensibilidad y madurez que conmueven.

Ivonne y John estuvieron casados y, por alguna razón, sus vidas se separaron. Viéndola lo fuerte y valiente que es me cuesta aceptar que ése tal John fuera capaz de hacerle el daño suficiente para llevarla a tal situación, a casi lograr desquiciarla.

Solamente sé que él se dedicaba a algo que lo tenía ocupado y fuera de casa bastante tiempo. También sé que antes de soltarme una de sus pequeñas migas de información se asegura que no haya nadie lo bastante cerca para oír una sola palabra, y aunque sea en el despacho en plena terapia, acostumbra a hacer una pequeña pausa para mirar a su alrededor y hablar flojo, casi susurrando. Eso le da un tono misterioso y tenebroso que si no la conociera como la conozco podría bien ser una de las conspiraciones de los psicóticos de la tercera planta. Me hace prometer por mis hijas que no se lo contaré a nadie, ni siquiera a la junta de dirección y  seguimiento.

Con las pocas piezas que me ha entregado, por ahora, puedo determinar que cuando pasó lo que les hizo separarse no hacía mucho que estaban casados y que, por alguna razón, ella abandonó apresuradamente el lugar donde vivían y se vino a vivir aquí en Andé. Le resultaba imposible conciliar el sueño, se pasaba días enteros tumbada en la cama sin poder si quiera cerrar los ojos. A raíz de eso se engancho a los somníferos y más tarde llegó el alcohol.   

Jueves 13 de Marzo de 2036

Este caso se me empieza a escapar de las manos. Hoy nos hemos besado. No me había pasado nunca una cosa así. Siempre he sabido mantener la relación medico-paciente perfectamente en un orden profesional, pero sí que es cierto que Ivonne no es para nada una enferma, es más, yo diría que está más cuerda que muchos de nosotros. Y que su mente lucha por sobrevivir a algo que es sencillamente insufrible.  En su progreso ha demostrado una cordura lejos del alcance de muchos.

Hoy me ha revelado que John murió en un accidente de coche junto al hijo de éste, de un matrimonio anterior. Ella también tenía que ir en el coche pero se quedó en el trabajo más tiempo de lo habitual ya que tenía mucho trabajo acumulado, para ponerse al día hacía horas extra a menudo. Lo ha contado con tal entereza y suma delicadeza que he sentido un estremecimiento. Sus ojos reflejaban sinceridad sin pizca de rencor o malicia. Se ha quedado mirando el suelo. He puesto mi mano debajo de su barbilla y suavemente le he levantado el rostro, me sentía tan cercano a ella. La he abrazado tiernamente frotándole la espalda y es cuando he notado en mi cuello un profundo y contenido suspiro que ha liberado lentamente por su nariz. Un escalofrío me ha recorrido la espalda erizando el bello de mi piel. Es entonces cuando nos hemos besado, no sabría decir quién besó a quién, creo que fuimos los dos al mismo tiempo. Ha sido un beso suave y tierno.

Acto seguido me ha venido a la mente la imagen de las niñas y me he retirado unos centímetros, me ha dicho: “Michelle y Vanessa, ¿verdad?”- yo he asentido ligeramente - “Qué afortunada es Andréa.”-Ha susurrado negando con la cabeza- Entonces me ha besado en la mejilla y ha salido del despacho.  Me he quedado paralizado. Yo nunca había hecho algo así. He recogido las cosas y me he venido a casa. Necesito tiempo para pensar en todo lo que ha pasado.

Lunes 9 de Junio de 2036

Nuestra relación ha avanzado hacia un destino incierto. No se ha repetido ningún episodio de acercamiento, los dos intentamos evitarlo, pero sí que es cierto que entre ambos existe un tipo de atracción, de complicidad. Una sensación reposada y sosegada de bienestar cuando estamos juntos, lo hemos hablado en alguna ocasión y coincidimos en que lo mejor que podemos hacer es procurar ignorarla y avanzar en la terapia, por el bien de los dos.

Hoy me ha hablado de Eric, el hijo de John fruto de su anterior matrimonio. Este acabó por naufragar debido a los constantes viajes y al tiempo que pasaban separados. Ella quería un padre para su hijo y no alguien que tan sólo apareciera por casa sin apenas contar nada. Era muy reservado y nunca daba explicaciones de dónde había estado ni qué había estado haciendo, eso acabó por lapidar la paciencia de ella y se divorciaron. Eric iba a pasar algunos fines de semana a su casa, muchos de los cuales los compartía a solas con Ivonne. Se lo llegó a querer como el hijo que nunca pudo tener.

Poco a poco todo va encajando.

Martes 26 de Agosto de 2036

Estas semanas han sido un infierno. La fundación administradora del hospital se ha declarado en bancarrota y ha puesto a subasta el centro. Finalmente la ha adquirido la administración pública. La mitad del personal administrativo ha sido sustituido por funcionarios del estado y eso ha llevado el caos en las oficinas, con las fichas de los internos, inventario de material, reajustes de plantilla etc.

La nueva gerente me ha llamado para informarme ciertas irregularidades con los datos de Ivonne. Al contárselo a ella se ha mostrado un tanto atemorizada, me ha confesado que Ivonne Bardou no es su verdadero nombre, que en realidad se llama Ivonne Hodges, pero que estaba tan asustada al llegar que prefirió dar su nombre de soltera.

La razón del miedo es que John murió poco después de revelarle una información, algo importante. Y su muerte estuvo repleta de anomalías y coincidencias muy sospechosas. Me ha pedido por favor que la ayude, que la proteja, que no se ve capaz de volver a desaparecer. Yo la creo.

Después de darle vueltas hemos ideado un plan a modo de coartada. Existe una enfermedad llamada Síndrome de Korsakoff que por expediente médico se amolda a la perfección con su caso y la libera de cualquier sospecha. Como he sido el único que ha llevado su caso, tengo acceso a toda la información y con el cambio administrativo será fácil que dar el cambiazo y que pase desapercibido.

Espero que salga todo bien, no podría permitirme un despido ni perder a Ivonne.

Lunes 8 de Septiembre de 2036

Hoy ha aparecido por el centro un tipo muy sospechoso. Decía hacerse pasar por agente social pero su visita no estaba programada y no parecía en absoluto ser lo que decía ser. Ha insistido en visitar a Ivonne. Le ha hecho un pequeño interrogatorio para saber qué recordaba y qué no. Todo esto tiene muy mala pinta. Ivonne estaba aterrorizada aunque ha actuado en su papel de manera convincente. Si esto es realmente tan grave como ella deja suponer mucho me temo que no tenemos escondite seguro, esperemos que tan sólo sea una investigación leve. Estoy asustado.

Parecía bastante claro, Ivonne en el fondo era más lista de lo que se podía esperar, mantuvo al doctor a salvo. Era una historia conmovedora pero mi deber con la misión estaba claro. Yo también estaba bajo vigilancia y mis actos controlados de una manera muchísimo más estricta. Debía cumplir con la misión aunque eso me suponía añadir más peso a mi conciencia y restarme cien noches más de descanso, “si no lo hago estoy muerto y ella lo estará de todas formas. Y a saber de qué manera lo harían, menuda mierda” pensé.

Escribí una pequeña nota y volví a introducirme en la base de datos del hospital para saber la habitación de Ivonne.

Esa misma noche me adentré en el edificio hasta su habitación. Al verla durmiendo plácidamente se me contrajo el corazón, quedé unos instantes hipnotizado con el rítmico sonido de su respiración. Me aproximé silenciosamente con la jeringuilla en mi mano derecha, acercándome a su oreja le susurré: “descansa en paz para olvidar bella Ivonne, él te quiere.”  Abrió suavemente los ojos mientras le introducía la fina y larga aguja en el brazo. No intentó resistirse, tan sólo me miró fijamente. Vio cómo se me escapaba una lágrima y mientras describía una dulce sonrisa cerró lentamente los ojos para no volverlos a abrir.

Dejé la nota y unos frascos vacíos de somníferos en la mesita, sabía de sobra que Jean Pierre no se lo tragaría pero sí el resto. Donde la llevarían a hacer la autopsia eran instalaciones gubernamentales, así que no habría problemas ni cabos sueltos.

En la nota decía: “Piense en sus hijas doctor.” Firmado I.Bardou.

De eso hace ya unas semanas. Me llegaron los informes del seguimiento del Dr. Duvivier. Ha abandonado el centro y se ha encerrado en su casa. Sale sólo de vez en cuando acompañado de las niñas. Me llegó información por otra vía que Andréa debe haber asumido toda la responsabilidad familiar pues ha solicitado más cargos en el Programa.

Antes de disponerme a seguir con mi siguiente misión, unos instantes en silencio, con la mirada perdida, agotado de cansancio y pensando para mis adentros “que tengas mucha suerte Jean Pierre, amigo, tu sí que te la mereces”.

Damien W- Jueves 2 de Octubre de 2036


Proyecto Nuevo Génesis - Parte I: La Tierra: