En verano del 1998 el satélite de observación solar “Ícaro V” realizó unas fotografías en las que se podían observar una serie de manchas solares de proporciones y características fuera de lo común.
Después de meses de investigación un grupo de analistas anunció que una tormenta solar se estaba gestando, la más intensa conocida hasta la fecha. La predicción fue hecha por un equipo del Centro Europeo de Investigaciones Atmosféricas (European Center for Atmospheric Research o ECAR). Si sus estimaciones eran correctas, en los próximos años se produciría un estallido de la actividad solar de consecuencias devastadoras.
El estudio no fue bien acogido por el resto de la comunidad científica quién lo acusó de ser extremadamente impreciso e innecesariamente alarmista. El artículo no se llegó a publicar en ninguna revista científica, tan sólo aparecieron algunas pequeñas reseñas en publicaciones de carácter masivo y coloquial de poca importancia y escaso rigor.
Pero en el seno de las más elevadas esferas se ordenó profundizar en dicho estudio para asegurar la inexistencia de riesgo alguno, la conclusión fue inequívocamente tajante: La Tierra estaba amenazada de muerte.
Los dirigentes de las principales potencias mundiales empezaron a reunirse para recopilar toda la información y contemplar posibles medidas y alternativas a la catástrofe.
Convocaron a los científicos al mando de los estudios para conocer de primera mano, y de una manera coloquial, la raíz y consecuencias del problema.
-“Las manchas solares son una especie de nódulos de magnetismo generados por la dinamo interna del Sol. Una mancha solar común dura apenas unas cuantas semanas, luego disminuye dejando detrás de sí un despojo de campos magnéticos débiles.
Una corriente en el plasma de la superficie del Sol arrastra los campos magnéticos de manchas solares pasadas y son arrastrados hacia los polos y a una gran profundidad. Entonces los restos de los nudos magnéticos son amplificados y salen a flote, a la superficie de nuevo.
La velocidad en recorrer el circuito varía entre un paso lento de 50 años a un paso rápido de 30, hasta que el cinturón completa el ciclo.
La relación entre el clima y la actividad solar es fuerte y ésta es tomada como la principal y única fuente natural de la variabilidad del clima de la Tierra. Se han efectuado relaciones entre el ciclo de las manchas solares con el clima y parece existir una estrecha relación en el comportamiento de algunos parámetros climáticos, como la cantidad de ozono estratosférico y la temperatura de la Tierra y su atmósfera. Algunas medidas y modelos indican que el ciclo solar es responsable directo de la variación máxima de la temperatura estratosférica.
Lo que está previsto que pase es que haya una superacumulación magnética a causa de pequeños cambios detectados en el ciclo del plasma solar y eso desembocará en un bombardeo masivo de varios tipos de radiación, provocando un deterioro de las defensas naturales de la tierra y causando un aumento exponencial de la temperatura y la hostilidad de la exposición al sol.
La consecuencia a medio plazo se estima que sea la inhabitabilidad en la superficie del planeta por parte de la mayoría de las especies terrestres, y a largo plazo la total extinción de la vida.
No hay suficientes datos todavía pero se estima que la primera fase ocurra dentro de apenas 150 años. Mucho tiempo visto a través de un sólo hombre, un abrir y cerrar de ojos para toda la humanidad”.
La tormenta fue bautizada con el nombre de Sacmis, tomándolo prestado de la mitología egipcia.
Sacmis era hija del dios Rá, y ésta simbolizaba la energía destructora del sol, era terriblemente despiadada. Se dice que en la antigüedad ya intentó aniquilar a la raza humana, pero se la pudo engañar y evitar su propósito. Esta vez no resultaría tan sencillo.