Ignasi Bosch

Panel de control

Debe ser cosa de lo que se denomina habitualmente “deformación profesional”. En cualquier sistema, mínimamente organizado, existe un elemento llamado “panel de control”. Desde el cual es posible observar el estado de dicho sistema y desde donde es posible definir los parámetros de configuración. Los cuales determinan el comportamiento según se considere más oportuno. No entraré ahora en determinar el qué o el cuándo del oportunismo, eso lo dejo para otra ocasión ya que no es poca cosa.

Si, en un supuesto, un organismo vivo se puede considerar un sistema, ya que dispone de todos los elementos y se comporta como tal, ¿dónde demonios está ese panel de control?

Ya sé... eso suena a controlar y el control es una mera sensación, adulterada, ficticia, incluso dañina. No existe como tal. Incluso soy plenamente consciente de que el “abc” de toda terapia que se considere como tal promulga que precisamente eso es un solemne error, aún así.

Pero siguiendo, con cierto empeño, con el símil, repito: ¿Dónde demonios está ese panel?

No introduzco en el tema de discusión lo que sería el criterio, si el hecho de configurarlo correcta o incorrectamente, de si se sería suficientemente sabio, cuerdo o hábil para saber configurarlo. Tan sólo planteo el dónde.

Mi primera intuición es que debería ser un compartimento interno. Me cuesta concebir el hecho de que tal “espacio” sea externo, dejarlo en manos ajenas. Los paneles de control suelen ser privados, intransferibles, protegidos bajo control de credenciales. No hallo otro espacio posible. Y entregar tales credenciales me resulta difícilmente entendible. Es más, lo encuentro de obligado cumplimiento el hecho de que sea uno mismo quien pudiera acceder a él, de lo contrario resultaría un acto que proporcionaría siempre, en última instancia, la oportunidad de eludir la responsabilidad. Ya sea esta cosmológica, divina o de la índole que sea. Puedo llegar a aceptar una configuración por defecto, y lo hago en plan “barco” del scatérgoris, pero poco más.

Ya sé, llevo inyectado el germen del individualismo, pero encuentro demasiado fácil sacudirse los hombros con una llamada al “adminsitrador de sistemas”.

¿Dónde demonios estará?...


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