Ignasi Bosch

Tiempo y emociones

Si damos por supuesto que los días de la semana son un invento del hombre, una creación con el fin de clasificar, ordenar el tiempo. ¿Cómo es posible que la sensación interna, las emociones, los pensamientos sean tan dispares de un viernes por la noche o de un domingo a la misma hora? Si el tiempo realmente no se ciñe a esa métrica impuesta ¿cómo es que ocurre?

Recuerdo que de pequeño le daba vueltas a esta cuestión y siempre pensaba lo mismo: “si pudiese llegar a controlar eso, a poder crearme la sensación, algo parecido a autoconvencerme internamente de que cada día fuera como un viernes  tendría en mi poder algo realmente valioso”

Entiendo que el principal factor debe ser que de alguna manera nos proyectamos hacia el futuro cercano y vislumbramos el día siguiente con todo lo que conlleva. ¿Acaso no es caer en el error de no vivir el presente? ¿Qué nos impide realmente conseguir hacerlo?

Siguiendo una especie de lógica, un tanto adulterada a conveniencia,  podríamos decir que si los días de la semana son invención del hombre, la emoción que deriva de ello será igualmente invención del hombre, o a su defecto, consecuencia directa de ese invento. ¿Son las emociones, también, un invento del hombre? Si así fuera deberíamos tener el control para regular eso. No digo todas, pero sí todas esas ligadas a concepciones establecidas bajo nuestro convenio.


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