Sentado en una alfombra de corte largo y blando, un cenicero y unos cigarrillos en la mesa, abro el Spotify, pongo Chopin el cual me consta que estuvo por estas tierras mucho antes que yo, escojo los nocturnos y me traslado al pasado reciente...
Es muy curioso porque conservo pocos recuerdos frescos de ese periodo cercano al pre-isleño.
Y más curioso todavía las casualidades no casuales de la caprichosa vida, ya que lo viví como una reencarnación, un renacimiento. El objetivo fue precisamente ese, el reinventarse, reconocerse, revivir lo cotidiano de manera distinta a ese desfile frecuente que se resiste a ser redescubierto.
Casi sin pretenderlo me vi como trasladado a la época renacentista viviendo los cuatro símbolos que abanderaron dicha época.
LOCUS AMOENUS
TEMPUS FUGIT
CARPE DIEM
BEATUS ILLE
Locus amoenus... la idealización de la realidad fue mi último refugio donde me vi confinado. Al hacérseme tan fría no hubo más remedio que reinventarla, una realidad paralela donde todo cobraba otro sentido, un sentido hecho a medida.
“Lo tengo tan automatizado que mi mente ha aprendido ha crearse una realidad paralela, inútil y esperanzadora. A cada momento surgen cantidad de permutaciones. Un sólo acto y todas las consecuencias posibles que desencadenaría tal acto. Evidentemente del todo ficticias, pero no fantasiosas.“
Esto lo escribí hace algún tiempo e ilustra de alguna manera lo dicho. Era una tentación demasiado grande no dejar volar la imaginación y dejarse llevar por lo infinito de la imaginación, sencillamente me creaba mi mundo paralelo.
Tempus fugit…o tiempo que corre, que se escapa, así lo sentía entre mis frías manos. Con apenas siete lustros a mis espaldas, de los cuales consciente los últimos dos y aún quedando tanto por hacer, por conocer. Ese pensamiento se había convertido en un dardo que me punzaba cada vez con más frecuencia, me visitaba y me robaba el sueño de muchas noches golpeando mi conciencia.
Tantos “y si...” que iban quedándose por el camino y a cada uno un pétalo que caía al suelo, una opción perdida, algo que nunca llegaría a hacerse realidad.
Pensamiento presente.
«Tempus fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra».
El tiempo vuela, como las nubes, como las naves, como las sombras.
Carpe diem... un tópico, un gran spot publicitario, un gran lema electoral. Pero detrás de tal apropiamiento indebido, detrás de esas dos palabras “aprovecha el día” reside la conciencia, el darse cuenta, el estar aquí y ahora en cuerpo, mente y alma. No dejarse perturbar por pasados inertes o futuros hipotéticos. Aceptar lo efímero de nuestra existencia, un gesto de humildad para con la eternidad o lo infinito, un mirar a los lados y percatarse de la inmensidad de lo diminuto. Que la grandeza está con la lente que miras las cosas. Una lente que lo aleja todo también te aleja de ti, de lo que eres. Y una que te acerca demasiado te inmoviliza, te pierde. En definitiva un acto de responsabilidad contigo mismo. Y así sin más lo sentí. No fue un acto voluntario, ni premeditado. El mero hecho de tener una fecha límite, un punto y aparte me ayudó a entender el trasfondo de esas desgastadas palabras que recobraron sentido, un sentido más puro y menos conceptual.
Beatus ille.... fue una reclama para el retorno de la vida sosegada, un decir “tanto correr.. hacia dónde y para qué...” un desvestirse de corazas que impiden que uno crezca con plenitud, reencontrar motivos más llanos pero a la vez más sólidos de existencia. La búsqueda de una libertad interior desprendida de todo lo innecesario que por alguna razón adoptamos en su momento como única pauta. Buscar esa isla de calma en medio del mar tumultuoso. Eso lo percibí la primera vez que vi este cielo tan inmenso y azul, estas nubes tan distintas y veloces. Que todo pasa y acabas quedando tú, y lo que hayas hecho contigo es lo que acabará permaneciendo.
Volver a sentirse conectado con este suelo que ha estado siempre ahí pero que hasta ahora ni había visto. Entender que hay infinidad de formas de entender y ejercer la vida, que al fin y al cabo somos usuarios de ella y no al revés.