Ignasi Bosch

El criterio

Capacidad para decidir.

Entre un “si” o un “no” difícilmente puede situarse un punto medio. No estoy alentando al extremismo, es simplemente cuestión de opciones. Escoger qué acera es la que más te conviene y , obviamente, siempre será o la una o la otra ya que pararse en medio de la carretera no es una buena opción.

A los indecisos les pasa precisamente eso, están siempre ubicados en medio de la calzada asustadísimos y concentradísimos en esquivar los vehículos que les acechan por delante y por detrás. Tan ocupados en tal tarea que el objetivo inicial de llegar a una de las aceras se convierte en algo dificilísimo y además secundario, pues lo primero es permanecer entero. Y así se pueden pasar la vida entera con el obvio desgaste que una cosa así supone.

Prácticamente todo el mundo ha cambiado de opinión en un momento u otro de su vida, y ha pasado de una acera a la otra. Pero si se hace con calma, decisión y haciéndolo en el momento correcto en absoluto es algo arriesgado.

Y estos factores son, precisamente, de los que carece el indeciso. No cruza ni con calma, ni con decisión, ni en el momento más apropiado.

Suele ser un cambio precipitado con el único objetivo de llegar a la otra acera, no aparta la vista de la otra acera. Ni lo hace con decisión, pues cuando está en mitad del recorrido empieza a mirar la acera de donde viene y cavila la posibilidad de que sea realmente donde se esté mejor. Incluso cuando por casualidad escoja el mejor momento para cruzar, que es lógicamente cuando la ocasión lo permite y en el ejemplo sería básicamente cuando el semáforo de los peatones está en verde, al vacilar y pararse a intentar decidir, ya que empezó a caminar sin tener realmente la decisión tomada, como es de esperar, la luz parpadea imprimiendo más tensión y colapsando al transeúnte quedándose inmóvil. Luz roja y empieza el caos.

El criterio no se inventa, no se roba ni se improvisa. El criterio se educa, se esculpe y se alimenta. Brota en el interior de la mente inquieta en busca de pautas, en busca de directrices que nos definan y que nos permitan emerger la plenitud que como personas nos pertenece.

Pero el criterio no es para nada hermético ni divino, no es en absoluto intocable una vez creado, pues necesita a veces ser erróneo para conseguir uno más adecuado. Como semilla que crece y que se desarrolla, necesita ser regado y revisado, incluso ponerlo en duda de vez en cuando.

Ejerce de patrón, pero no para encorsetar ni adoctrinar, no nos resta libertad más bien al contrario, es la herramienta que nos permite ejercerla.

¿Por dónde empezar?

En las decisiones pequeñas, de escasa importancia, simplemente proponerse, incluso por tozudez, a no cambiar la decisión tomada. A modo de juego, de pequeña prueba. Detectar y escuchar los “Y si…” pero no hacerles ni caso. Es así como pierden fuerza, si se les hace demasiado caso adquieren cada vez más poder.

En las decisiones algo más importantes es preciso no precipitarse. Con lo cual significa no tomar la decisión en el instante, tomarse un ligero tiempo. En ese tiempo se trata ir anotando la decisión que creerías oportuna en ese instante. Una vez acabado el tiempo designado llega el momento de dejar hacer a las sabias (pero sordas) matemáticas. La decisión con más votos será la elegida. En el fondo es una especie de democracia interna.

Y por último las decisiones más decisivas e importantes dejarlas en manos de la intuición. Lógicamente sin precipitaciones pero sin excesivas reflexiones. Hay estudios que demuestran que la intuición se basa en una cantidad de información muy por encima de la que se es capaz de procesar en las espirales reflexivas. De modo que tener confianza en la intuición sería de gran ayuda. Y si algo se decide con confianza es casi seguro que va a salir bien, garantizado. El problema podría surgir si no se confía en la propia intuición, con lo cual no se confía en uno mismo. Pero eso es otro episodio.

Todo eso en caso de ser indeciso, en caso contrario seguro que tendrás tus métodos y nadie más que tú sabrá la fiabilidad de ellos.


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