Ignasi Bosch

YOES

En la cultura popular existen numerosas referencias al dualismo incluso a la múltiple personalidad del individuo. Las eternas contiendas entre el corazón y la razón. Hedonismos en oposición a la contemplación. O si dar rienda suelta a nuestros instintos dionisíacos puede hacer que se impongan frente a lo racional, la coherencia etc. Tantos albergados dentro de uno mismo. Todos hemos tenido un poco de todo eso en alguna que otra ocasión.

YO, y ahí empieza todo. Incluso en ocasiones ahí termina todo. Todo lo bueno y lo no tan bueno, todos los avances y las catástrofes de la humanidad entera. Y no es de extrañar que sea la fuente de tan variado y, a priori, contradictorio abanico pues encierra un laberinto nada sencillo de recorrer.

Primero de todo decir que ya algunos grandes pensadores, empezando por el mismísimo Freud por dar un ejemplo, se adentraron por los recovecos rocosos de ese peculiar paraje. Sin ánimo de añadir nueva información, pero sí para desmenuzar con mis propias manos la criatura me apetece diseccionar el sujeto y manosear cada elemento que de “él” vaya surgiendo.

Estaríamos de acuerdo en que YO no implica un solo ente. Existe el YO que razona, ese que cuando piensa, y lo suele hacer con palabras, lo hace en primera persona. Si hay uno que habla, aunque sea en silencio, también hay uno que escucha. Si el que habla se autoproclama YO, entonces al que se dirige vendría a ser algo parecido al TÚ. Un TÚ posiblemente más físico, que ocupa un lugar en el espacio. Materia palpable que da una entidad corpórea y una imagen visual. Un ejemplo que se me pasa por la cabeza sería ese momento en que el TÚ pasa por algún percance, un dolor en un miembro por ejemplo. El YO procura calmarle diciendo:

–“Va, aguanta un poco más que ya llegamos, tú puedes”

Existe también un ÉL. El invisible, el que no se manifiesta pero está. Un antojo o una obsesión salen de otro lugar. Puede haber algo perfectamente reconocido como perjudicial ya sea por el YO y por el TÚ y sin embargo en ocasiones se sigue haciendo. En momentos confusos El YO y el TÚ hablan del ÉL como de quien planea una conspiración, fuera de toda lógica o entendimiento, sólo ÉL sabe lo que trama. Y su voluntad está por encima de la del resto. ÉL no escucha pero se hace escuchar cuando se lo propone.

Llegado a este punto la cosa se pone interesante. El YO y el TÚ hablando del ÉL. Eso forma un NOSOTROS. Un NOSOTROS que podemos llegar a algún tipo de entendimiento y/o pacto. Por supuesto que cada uno de los tres habla su propio lenguaje, cada uno tiene su particular forma de comunicación, pero la tiene.

Lógicamente habrá también un VOSOTROS. Cuando el YO se dirige a los dos restantes. Ya sea para advertir, avisar, agradecer o lo que fuera.

Si llegamos hasta aquí vamos a especular con un ELLOS. Imaginemos que el YO se distancia un tanto, o no consigue establecer contacto, o intuye que le están tramando algo. Esa distancia y la falta de comunicación convierten a un VOSOTROS en un ELLOS. Pero no acaba aquí, porque entonces ¿a quién se dirige el YO? Haría falta un cuarto elemento como destinatario. ELLOS a un lado, YO al otro comentando la situación, ¿a quién? Quizá a un desdoblamiento del YO. Tal vez aquí entren en juego esos “YOES” al que se han referido alguna vez al mencionar el peso cultural, la moral, los juicios de valores etc. Los otros dos no sé si entienden de estas cosas.

Quizá y sólo quizá, lo del –sentirse uno- de algunas religiones y colectivos espirituales, lo del –centrarse- , -enfocarse- etc. Cabe la posibilidad que fuera hacia  estos senderos y lo del tema más cósmico fuera una metáfora.  

Lo que es bastante evidente es que si entre los tres (o los que fueran) existe una gran distancia, incomunicación o poco entendimiento, la salud se ve mermada. Ya sea salud física o mental.

¿Y tú quiénes sois?


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