Ignasi Bosch

Catarsis final

En el momento en que se abren, se desvanece. Odio el ciclo, con lo reconfortante que sería una forma abierta sin saber dónde te llevará esta vez: Una rosa, una manzana, un espejo...
Atemporal, inconcreto, impersonal, lo suficiente como para dejar una puerta abierta...
Puede que empezara por ahí, ritual ancestral, una vía a lo irreal. Fragmentación del hábito convertida en tradición. Poder elegir...
¿Por qué el cielo tiene que estar condenado a ser siempre azul? No es un mal color; ni siquiera es molesto, incluso es bello, muy bello... pero cubre lo que es realmente soberbio.
Es sólo cuando la lógica es profanada que se concede el encuentro, ansiado pero temido, maravilloso pero irreal...
Despertarse es la ejecución, una vida todavía más corta que la de “aquellos que pasan”.
¿Por qué este afán por sumergirme en lo quimérico? Demasiado sencillo...
Es sólo en ese mundo ilógico, sin un ayer o un mañana, que puedo encontrarme con la respuesta. Ser yo mismo, el yo que no soy. Cada encuentro distinto, cada uno perfecto.
Y ella se manifiesta cada vez, nunca defrauda... “ella”: La respuesta, nunca desilusiona. Respuestas jamás encontradas que aparecen dulcemente de cualquier rincón, rincones abiertos. Sin necesidad de absurdas máscaras tan imprescindibles aquí, de ridículos juegos, tan practicados aquí...
Experiencia de la esperanza...
Sorpresas aburridas, vocablos vacíos, llama agonizante, la última gota ya se vertió... simplemente... fin...


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Diseño y maquetación: Mariona Maresma

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