Diciembre 3, 2006
Hagamos un pequeño viaje en el tiempo. Sitúate en algún momento donde éstas palabras se hayan hecho un hueco dentro de tus pensamientos. No nos centremos en las causas pues pueden ser tantas como estrellas y el tiempo corre.
Te paras, miras a tu alrededor y escuchas las tripas como te están contando algo. Mezcla de impotencia, un atisbo de rebeldía y una chispa de valor… para comprobar, dependiendo de la asiduidad de dicha mezcla con más o menos rapidez, que la sospecha se abre paso en lo más hondo.
¿Qué pasa? – Te preguntas a la vez que no esperas más que el silencio como respuesta. En ese momento se abre la puerta que deja pasar el torrente que con cierto desorden se apodera del espacio. Quedas en un rincón aprisionado por forasteros sin rostro.
El cuerpo reacciona, temores, dudas… empieza la batalla. Las batallas rara vez se ganan.
Distinto significa justamente eso, ni fácil, ni placentero.
Pero también cabe decir que si no se está en el lugar apropiado el cambio puede no salvar pero si aportar la esperanza para conseguirlo.
Como siempre intentando encontrar justificaciones a lo que quizá no lo necesita, intentando racionalizar lo que seguro es irracional, intentando compensar el posible destrozo hecho… Seguro que todo sale de mucho más adentro y nada es gratuito. Queda, una vez más, todo por ver, por hacer… pero no por decir, las palabras ya tuvieron su turno y se agotaron como los comodines de una baraja.
Si el universo es realmente infinito, entonces todo puede ser realmente distinto.