Ignasi Bosch

El Renacer del Ocaso

Esta vez no empieza con un despertar, ni con un amanecer... más bien al contrario.
Lo hace con la intención de acabar, de abrazar el sueño eterno, el descanso definitivo. Justo en mitad del ocaso, para entrar y yacer para siempre en una media noche oscura como nunca.
No existe dolor mayor posible. Me fue arrebatada de mis propias manos... la siempre anhelada, ansiada, perseguida, utópica felicidad. Después de eso ya no queda nada.
El vacío se abre bajo mis pies, frente a mí sólo queda el abismo del olvido. Tan sólo me falta dar el paso definitivo para dejarlo todo atrás y sencillamente desaparecer. Tras de mí dejo los ojos llorosos que raptaron lo que era mío y ya no lo es. Sólo una última cosa queda... decir adiós.

Lentamente abro los ojos... esto sí que parece un despertar... pero ¿qué ha pasado? ¿Dónde estoy? No es posible... debería estar muerto... quizá lo esté... si es así mi desgracia es aún peor de lo que podía esperar.
El horizonte me rodea por todas partes... el suelo liso y de un negro aterrador se pierde donde la vista alcanza. Y es ahí donde se junta con un cielo igual de oscuro, sólo una luz tenue que procede de lugar desconocido es la que permite la visión.
Palpo todo mi cuerpo y si... estoy entero, no me duele nada... sólo el alma... me la noto destrozada... si pudiese...
En ese preciso instante un chorro de luz cegadora cayó justo encima de “Jacob”, desconcertado miró en todas direcciones. Cuando se giró apareció justo detrás de él un hombre que reflejaba gran tranquilidad, una serenidad aterradora, mirada perdida y no paraba de moverse con escalofriante lentitud. Iba tanteando sin decir palabra alguna.
—¿Quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Qué me ha pasado?, ¿Estoy muerto?...
—Tranquilo... ssssss... todo está en ssssssu sitio. ¿Quién crees que sssssoy...? ¿Dónde crees que essssstás?
—No lo sé... no se nada, estoy confundido, no sé qué hago aquí. Tendría que estar muerto pero no me encaja nada, quizá sea esto la
muerte... Ayúdame por favor.
—Eso es jusssssto a lo que he venido, te ayudaré.
—Entonces contéstame... ¿Quién eres?
—Sssssoy el Primigenio.
—No entiendo nada... ¿Dónde estoy?
—Esto esssss sólo un aposssssento, estás a la espera de tu regressssso.
—¿Regreso?...¿Regreso a donde?... yo me fui de allí por voluntad propia, no deseo regresar.
—Tranquilo nada volverá a ssssser como era antes te lo asssssseguro, aunque si de veras no deseas regressssssar quizá  podamos renegociar con ella.
—¿Con ella? ¿Quién es ella?
—La Muerte.
—¿Renegociar?... a mí me corresponde la mía, ¿por qué tengo que renegociar algo que me corresponde?
—Porque la tuya te la han robado.

—¿Robado? ¿Cómo puede ser eso posible?... Primero me arrebatan la felicidad y ahora me roban la muerte, ¿qué demonios pasa?
—Es algo que no puedesssss entender... por ahora...
—¿Y si me niego a volver?
—Es algo que essssstá en tu derecho decidir... siempre puedesssss quedarte aquí. De todas maneras te aconsssssejo que lo consultes primero con el Esssspejo... es la Fuente de la Razón, él te proporcionará respuessssstas y solucionessss. Él hizo de mí lo que sssssoy. Y con eso me desssspido, ya no volveremos a hablar jamás, sssssuerte.

Desapareció justo enfrente... y de nuevo sin saber como ni de donde, apareció un majestuoso espejo a sus espaldas. En el cual aparecía su imagen reflejada pero curiosamente no le seguía los movimientos como sería lo lógico... se limitaba a mirarlo  fijamente... inquietante.
—Hola... me han dicho que puedes ayudarme.
—Puedo.
—Te escucho.
—¿Qué es lo peor que podría pasarte si regresaras?
—Que me volviese a suceder lo mismo.
—¿Qué es lo que más temes de ese mundo?
—El dolor, el sufrimiento.
—Yo puedo evitar que vuelvas a sentir todo eso nunca más.
—¿A sí? ¿Cómo?
—Tendrás que confiar, arriésgate no pierdes nada, si no te convence siempre puedes volver a acabar... -un murmuro que parecía una risa camuflada se le escapó de entre sus labios.
—Y me prometes que no voy a sentir dolor ni sufrimiento nunca más...
—Eso he dicho y yo no miento... no volverás a sentir nada de eso... nada- otro murmuro apareció.
—Muy bien, acepto. ¿Qué tengo que hacer?
—Bien, sólo tienes que morder- Acercándole una manzana negra como el carbón- Es la Manzana del Destino muérdela y ya estará.
—De acuerdo.- La cogió con las dos manos y dio un gran mordisco... carecía de sabor alguno... masticó seis veces y tragó.
El pedazo de manzana se le quedó atascado a media garganta cosa que provocó que empezara a toser como un condenado, estaba a punto de ahogarse... por fin lo escupió...

—Casi me ahogo... condenada manzana... ¿pero dónde estoy ahora? Con tanto movimiento ni me he dado cuenta... parece que ya estoy de regreso. Que sensación más rara nunca me había sentido así antes... Esto se parece mucho a una habitación de hospital.. ¿Qué diablos hago aquí? Pero si no me duele nada... me largo.
—Pero señor! No puede usted marcharse, ha tenido un accidente muy grave, debe quedarse... señor!
—¿Qué accidente?
—Se cayó usted de lo alto de un edificio, tiene lesiones graves, insisto en que debe quedarse...
—Pues por lo que se ve ya estoy curado y no me apetece nada quedarme aquí...
Abandonó el hospital ignorando a la enfermera que insistentemente le intentaba convencer de que se quedara, tenía que rellenar unos formularios, esperar el diagnóstico etc. Pero Jacob tenía demasiadas cosas en la cabeza, en ese momento estaba como ausente, no sentía ningún dolor, de ningún tipo y eso le producía una sensación de ausencia de lo más extraña... más bien ninguna sensación... nada. Divagó un buen rato por las calles, pasando entre la gente pero sin fijarse en nada ni nadie, no escuchaba, no miraba... No podía dejar de dar vueltas a todo lo que le había pasado en las últimas horas... quizá se habría vuelto loco a causa del shock emocional o quizá del accidente... lo que sí era cierto es que en aquel instante no sentía nada de dolor ni de angustia... De modo que si era locura lo que tenía... bienvenida era...
Para bien o para mal estaba de nuevo en la faz de la tierra, pronto empezarían a encajar las que hasta entonces habían sido poco más que inconexas piezas esparcidas a lo largo de una vida... y una muerte... Este era el renacer... pero esta vez desde el otro lado, donde el ocaso deja lugar a la noche oscura, cuna de sombras, patria de esclavos, refugio del temor y bandera de lo malévolo... verdaderamente había renacido.

Algo no marcha bien, hay algo que falla, algo no encaja en mí y no logro averiguar el qué. Es una especie de insipidez que corroe mis entrañas. Algo me hicieron, no soy el que era. Cierto es que eso pedí... pero no era exactamente esto lo que esperaba. Nada me ata ya aquí, no hay nada que me proporcione el más mínimo interés. La desgana me está consumiendo... me estoy convirtiendo en una sombra que divaga por las calles de noche y se refugia en algún rincón de día... no recuerdo donde vivía, pero tampoco me importa. Sé que era importante para mí... sé que habían un montón de cosas importantes... pero no consigo recordar ni una sola que me emocione ni conmocione lo más mínimo. Hace tres días que no como nada y sigo sin tener hambre ni sed, ni he dormido pizca... y sigo sin tener sueño... algo no encaja... mi mente necesita cosas que mi cuerpo no pide... quizá sólo sea algo físico lo que me hicieron... Mi mente me empuja, me aprieta, me pide a gritos algo que no consigo entender. Una necesidad desquiciada... necesidad... estoy al borde de la locura.
Llevaba ya unos días en su “nueva” vida pero Jacob seguía sin saber qué era lo que fallaba, pero era obvio que algo fallaba. Actuaba casi exclusivamente por instinto... caminaba sin saber porqué, sin saber hacia donde. Se escondía sin saber de qué ni como. Fue al cabo de unos días que se dio cuenta que su actividad crecía por las noches y menguaba considerablemente por el día. Su piel había adquirido una tonalidad pálida y se había agrietado de forma alarmante. Le hacía parecer mayor de lo que en realidad era. Su aspecto era sórdido, pero tenía algo en la mirada que lo hacía distinto, producía una atracción especial.
Un día pasó algo inexplicable... se acercaba el anochecer y él salió del rincón en el que había pasado el día... igual que los tres días pasados... en un callejón estrecho poco transitado y poco iluminado. Estaba caminando lentamente como siempre cuando tropezó con algo, giró para ver lo que era, un gran trozo de cartón que casi le hace caer al suelo. A la que volvió la cabeza hacia delante se topó de frente con una chica joven la cual asustó. A esas horas en ese callejón... a la pobre chiquilla le entró pánico y se quedó inmóvil. Jacob, que la tenía justo enfrente se quedó mirándola a los ojos, sintió como un flash, una especie de corriente eléctrica que le atravesó todo el cuerpo... y acto seguido le entró un pánico terrible... se quedó paralizado. La chica cayó fulminada al suelo aparentemente desmayada, pero Jacob no podía reaccionar... Permaneció así unos instantes y seguidamente huyó.

Por primera vez desde su regreso había sentido algo, la sensación fue del todo aterradora pero tenía algo de revelador. Por primera vez desde su nueva vida se había sentido vivo. Durante unos minutos dudó de todo, estaba del todo desconcertado. Pero una cosa tenía en mente... ¿podía repetirlo?. La impaciencia pudo más y no dudó en probar a ver qué sucedía... Clavó la mirada a la siguiente víctima y empezó a seguirla, cuando ésta entro en un portal Jacob se apresuró y entro justo detrás, la agarró por los hombros y la empujó contra la pared, la miró a los ojos... y sucedió de nuevo! Esta vez fue algo distinto, no fue el mismo tipo de pánico sino más bien un miedo aterrador... Y el efecto duró unos segundos menos que el anterior. No dudó en repetir la experiencia una vez tras otra. No podía dejar de pensar en la siguiente... Por fin tenía una finalidad, un motivo para vivir.
Poco a poco fue comprobando que lo que sentía variaba en cada persona, pero una cosa sí que había en común... justo después del flash todas las víctimas se desplomaban contra el suelo... como si perdieran las fuerzas, como si cedieran la vitalidad. Y él experimentaba el efecto contrario, como si de alguna forma le traspasaran el miedo, el terror. Y cuanto más fuerte era el miedo más duraba el efecto.
Se convirtió en algo del todo adictivo, sólo podía pensar en la siguiente. Algo en su interior le decía que no estaba bien lo que hacía..
pero no sentía arrepentimiento alguno, es más, la única manera de sentir que conocía era esa...
Se había convertido en un auténtico maestro en aquello. Era paciente, tenía la sangre tan fría que siempre estaba en el momento y en el lugar apropiado, jamás se precipitó era como si fuera innato para él.
Pero las sorpresas nuca dejaron de llegar. Una noche se dispuso a asaltar su enésima víctima, ritual de sobra conocido pero que no dejaba de tener encanto... la agarró por detrás, la empujó contra la pared y la miró a los ojos... pero esta vez no sintió miedo, ni pánico ni terror... el flash le provocó pena, profunda pena. Se quedó tan sorprendido que no supo como reaccionar. La chica se desvaneció. Él y su confusión se alejaron del lugar con paso inseguro y zigzagueante.

Durante toda la noche estuvo dando vueltas y más vueltas a lo sucedido...
No lo entiendo... igual de desagradable, igual de gratificante... pero distinto... quizá haya más posibilidades, quizá no esté confinado
sólo a eso... quizá pueda más.

Lentamente las claves de su destino se le fueron revelando... aunque su situación seguía siendo desesperante.
¿Cuándo acabara todo esto? Está claro que algo les hago, les arrebato algo que ellos tienen... pero ¿por qué eso? ¿De dónde sale?


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