Ignasi Bosch

Juego de dioses

En mitad del desenfreno del desarrollo, un laboratorio privado dio con lo que hasta entonces sólo aparecía en los libros de ciencia-ficción. La fórmula de la vida eterna. Una proteína sintética que proporcionaba longevidad y recreación ilimitada a las células del cuerpo humano.
El promotor de tal búsqueda era una de las personas más ricas del planeta.. Había llegado a un punto de demencia realmente escalofriante.
Y por fin encontró lo que había estado esperando media vida, y por poco no consigue verlo... no había ni tiempo ni disposición de hacer más pruebas piloto en humanos... se inyectó la sabia de la vida eterna y mandó aniquilar a todos los componentes del equipo de científicos que durante tanto tiempo se dejaron la piel para conseguir su propia muerte. El mundo seguía avanzando ignorando lo pasado.
La demencia llegó a un punto límite al no poder, su cerebro, asimilar tanta información acumulada durante tantos años... veía pasar inmune los años, las décadas, los siglos. Pero el papel de espectador empezaba a cansarlo. Él quería participar en llevar las riendas de esa humanidad que parecía un rebaño guiado por el azar.
Poco a poco empezó a comprar empresas dedicadas a la comunicación, prensa, televisión... etc. Adquirió gran parte de las compañías más importantes del mundo, tecnología, petróleo, telefonías... siempre con gran destreza y discreción. Con nombres distintos de maneras distintas.
Pagaba campañas electorales... compraba armas para el alzamiento de dictadores, no existía país sin que él tuviese un peso específico. Paulatinamente se fue forjando un imperio invisible... el mayor imperio jamás creado... era verdaderamente el amo y señor del mundo entero.
Pero no contento con eso, su decadente mente se atrevió a dar un paso más: “Quiero ser Dios... voy a empezar de cero”.
Mañosamente desató un conflicto internacional devastador... y sólo mantuvo en vida a pequeñas tribus de Australia, centro de África y Sudamérica. Tribus totalmente ajenas al mundo entero... tribus que se encontraban miles de años atrasados. Y desde su trono en lo alto de un satélite fue observando desde el cielo y marcando las nuevas pautas para un nuevo mundo... su mundo.


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Diseño y maquetación: Mariona Maresma

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