Ignasi Bosch

Susurro

Nada mejor que el silencio para escuchar...
En medio de él he oído un susurro y aquí estoy...

Dicen que no nos escuchamos, que no sabemos lo que pensamos hasta que se lo contamos a alguien, como no hay nadie, aquí estoy.

¿A qué tememos? Creo que hay establecidos unos temores... la muerte, la desgracia, la enfermedad, el dolor, el sufrimiento, la ruina, el miedo... la soledad... y para algunos... el amor.
Cuando tienes miedo no temes al miedo temes lo que pueda pasar, cuando sufres no temes simple y únicamente sufres... dolor... sensación... sentimiento. Cuando estás enfermo no temes la enfermedad temes lo que pueda acarrear, cuando eres desgraciado no temes la desgracia, la sufres. Cuando mueres no temes, no es la muerte en sí lo que nos asusta es seguramente la manera en la que pueda llegar... instinto sabio.
Me atrevería a decir que los dos temores que más me perturban serían el temor que llega en soledad, difícil de combatir, y el temor incontrolable hacia alguien... no que éste alguien nos atemorice... sino sufrir por él, el cual es del todo incontrolable. Ambos para combatirlo requieren un centro firme y un gran control pero no siempre se está centrado. El miedo más absoluto... sufrir por alguien en soledad... angustioso.

¿Qué buscamos? La felicidad es un tópico tan relativo y momentáneo que lo dejaré pasar, ¿entonces?
Creía tener una respuesta a eso, pero como tantas otras cosas aparece y desaparece, viene y va. Cambiando de rostro a su antojo. Hay quien dirá “¿y por qué buscar?”.
De alguna manera creo que el sentido en sí es precisamente eso... buscar. Porque una vez “encontrado”  siempre se mira un poco más allá para seguir buscando.
¿Qué pasaría si encontrásemos muy pronto lo que supuestamente buscábamos? ¿Qué pasaría entonces?.
Creo que sencillamente el sentirnos ocupados en la búsqueda nos satisface. Hay innumerables búsquedas, todas ellas válidas para el propósito.
Es como planear una excursión a algún lugar, pongamos que es de difícil acceso, un camino largo, pero que el objetivo es llegar a un lugar que merece tal esfuerzo. ¿Qué satisfacción produciría el hecho que nos recogiera un helicóptero y en cuestión de minutos nos dejara en tal lugar? ¿Qué sentido tendría eso? Restaría valor al destino.
Porque no es el destino el objetivo, el objetivo real es precisamente el camino. No solo estar allí, sino llegar. Si a un bebé le aportaras los conocimientos y la experiencia de un anciano no harías sino matar la curiosidad y las ganas de conocer. No tendría ningún sentido... seguro que el instinto le procuraría al bebé la chispa para buscar otra vía, otro camino que el ya sabido.

Siempre acaba pasando lo mismo, escribo y escribo... pero me cuesta tanto llegar. Lo escribo como si lo hubiese de leer y de entender el mundo, que absurdo... seguramente cada uno usamos un lenguaje interno que nada tiene que ver con esto. Y a pesar de eso... no desistimos.

El porqué de los pinchazos, del nublamiento, de la oscuridad, del buscar el precipicio, el saber, el entender, el aceptar... todo son etapas, momentos... vida.

¿Que quiero? Esa pregunta sí que me asusta ¿hay alguien en el mundo que lo sepa? seguramente me asusta porque no hay nadie más en el mundo que sepa mi respuesta, me hace florecer inseguridad, duda... Hace plantearme cosas que no puedo ni llegar a imaginar...
¿Tranquilidad? Quizá si... la tranquilidad me centra... pero ya se encarga el mundo de romperla. Pero es absurdo dar la espalda al mundo. Tanto me cuesta ser yo, no asimilo nada bien defraudar. Y cuando ando por esos senderos es cuando crece tal intranquilidad que me perturba, me descentra y aparecen todos los miedos. Será que no confío... en mi mente es inconcebible la ofrenda a ciegas... de nada con nadie... ¿erróneo? posiblemente... pero aún no he sabido vislumbrar esa faceta en ningún rincón del día a día...

A cada día que pasa más difícil es demostrarlo. El listón sube y sube. Los días que me elevan al hito van seguidos de los que me arrastran al abismo.
Hay otra cosa que me asusta, que llegue un día en el que vea que es una causa perdida. Que la única causa que ha permanecido, que no me ha defraudado, un día me dé la espalda de una vez por todas. Ya hay días en los que me la da, y me siento tan perdido, tanto... que no me importaría desaparecer para siempre. ¿Tan pequeña es mi ambición?

Casi siempre reconforta, motiva, “enamora” ver a alguien del todo decidido... con las ideas claras, con la persistencia y la intención, la integridad y la ambición, irresistible... pero eso también pueden ser rasgos de alguien muy ingenuo o precisamente alguien realmente inseguro... ¿por qué tendemos a pensar siempre lo contrario?

Días en los que abriría mis entrañas, diría a todos y cada uno simplemente la verdad. Lo que pasa por mi mente, por mis venas, sin pensar en consecuencias... y otras que me obligo a dar un paso atrás, un paso de “prudencia”, de ventaja, de precaución... intentando la utópica intención de avanzarme un paso al destino.

Días en los que la sinceridad me conquista... y otros que me nubla un vacío que me aísla del mundo, y no soy yo quien controla a conciencia el cambio.

He dicho y he hecho cosas que me han conllevado consecuencias gratificantes, algunas muy gratificantes... otras en cambio han provocado dolor... interno y ajeno... mucho dolor. ¿Las primeras son las correctas y las segundas las incorrectas? Quiero pensar que no depende solamente de eso... Parto desde el punto de vista que no existe nada correcto ni nada incorrecto como axioma... pero no creo pensar que se rija sola y exclusivamente por eso. Hay decisiones “correctas” que duelen... pero ¿qué precio se está dispuesto a pagar? Soy de los que piensa que más vale arrepentirse por algo que se ha hecho que por algo que no se ha hecho. Pero evidentemente existen momentos en los que algo te advierte que no es la opción más adecuada por muy tentadora que sea.

A veces me digo: “vive hoy como si fuese el último día de tu vida” como si con ello consiguiera esa felicidad tan buscada... Pero en otras despierto viendo que ayer realmente no fue el “último”, y que hoy vivo la continuación de ese “último” día... y a veces no es tan bueno como el “último”. Quizá llegue un día el verdadero último y yo estaré pensando en mañana., que  absurdo.


Descarga pulsando aquí

Diseño y maquetación: Mariona Maresma

Palabras elementales: