Una vez más confinado en este rincón... mi rincón. No habrá nunca suficientes palabras, faltarán siempre aquellas palabras que sólo yo conozco, palabras sin nombre.
No veo, no oigo, no hay aromas, ni siquiera noto... pero siento, intuyo que está ahí. Como siempre...
Simplemente lo sé, es tan sólo cuando aparezco que se marcha. ¿Dónde irá?
Tendré que buscar aunque sé siempre dónde encontrarla. Pero no soy yo quién lo decide ¿pues quién lo hará? Habré hecho, habré dicho, no, tan sólo pensar... sin palabras.
Pero los días siguen, son “aquellos que pasan”. Ellos a lo suyo, lo único que saben hacer. Una vida corta tal vez pero no fueron ellos quienes decidieron. Yo sin embargo les veo nacer y morir una y otra vez sin poder hacer nada por ellos, ni ellos por mí. Simplemente contemplarnos mutuamente... sin palabras.
La búsqueda continúa ¿pero dónde buscar? Buscaría lejos, en las infinidades del mundo, del universo pero intuyo que no es ahí donde la voy a encontrar, más bien cerca, muy cerca... dentro.
Donde no existen formas, nombres ni normas. Es ahí donde se esconde, en algún rincón esperando a ser encontrada. Ni siquiera los oráculos saben dónde, nadie puede ayudarte. Es una búsqueda solitaria, sólo tú y tú sentados uno enfrente al otro, como mirar fijamente un espejo... sin palabras.
Y es entonces cuando puedes ver, el rojo visto a través del rojo se convierte en blanco.
Pero sigo sin encontrarla. Espejismo malvado, puede que no esté a mi alcance, que no logre retenerla.
Quizá tenga que abrir las puertas para que salga y pueda verla cara a cara. Quizá el tormento es provocado. ¿Cuándo le he pedido yo su opinión? Cierto que no la oigo pero podía haberla intuido ¿no forma parte de mí? Pero ¿cómo sé yo cuál es la respuesta? mis deseos son confusos, quiero que se quede pero el conflicto crece a cada momento.
No quiero buscar más, no deseo buscar más, quizá encontrase algo que no me gustara, prefiero girar el espejo para estar otra vez a oscuras... ¿confinado? Tal vez, pero en mi rincón yo soy quién escoge el color y soy yo, sólo yo quién conoce las que faltan.
Sólo aquello que no tiene forma es lo bastante inmenso para estremecer... y lo bastante difuso para ser ignorado. Sólo aquello que no tiene nombre es lo bastante explícito para definir... y lo bastante insulso para confundir...