Nunca las palabras quedaron tan lejos de la verdad, nunca las palabras dijeron tan poco de lo tanto que hay por contar ¿cómo llegar?
¿cómo conseguir decir? ¿cómo enviar las palabras?
Por una vez fue como si los planetas se hubieran alineado concediendo un encuentro. Una situación más de esas que no dejará de dar vueltas y vueltas, y brotando arrepentimiento por pensar: ¿y si...? Y el recuerdo de esos pocos segundos se repetirán una y otra, y otra y otra vez hasta tener cada segundo palpado, admirado. Y ese será el alimento de otros tantos años hasta el próximo si es que lo hay...
Demasiado frágil y vulnerable es mi ser como para soportar esa tormenta de nuevo...
Pero algo hizo que esta vez fuera distinta. Surgió en mi interior un brote de valor y decisión que provocó la inflexión con la esperanza de romper los moldes que hasta ahora habían sido inalcanzables e indestructibles, me propuse no dejar escapar esa única oportunidad. El coraje es un buen aliado cuando no hay nada en juego, nada que perder, en ese preciso instante se avanzó más que en toda una vida. La acción supera la reflexión, quizá caerán más moldes de los que planeaba.
Pero el silencio se hace eterno, la curiosidad y la incertidumbre se apoderan de mi cada minuto, cada noche que pasa sin palabras.
Tan difícil es rechazar. Ya quisiera tener mil respuestas y haber formulado diez mil preguntas más. La impaciencia corrompe pero el tiempo juega a mi favor, podrían pasar años que ya sería más de lo que tenía, de lo que había conseguido. Sólo un temor sacude mi interior: ¿llegó el mensaje a su destino?
Las respuestas algunas veces acaban llegando, el mensaje llegó... y con él quizá demasiada intranquilidad que quizá asustó. La respuesta no es exactamente respuesta pero sí contestación, y eso ya es mucho. Las palabras serán leídas una y otra y otra vez hasta ver molinos y no gigantes. Rebuscando cada significado para ver el mensaje oculto, la otra cara del espejo...
Alivio pero también arrepentimiento por la impaciencia. Se abrió demasiado pronto todo el flujo de información, contando cosas que no venían al caso, dejando entrever cierta dosis de desespero que nunca es de ayuda. En fin, si de algo sirve: “lo siento...”.
Siento insistir, siento forzar contestaciones y no respuestas, siento que surjan tantas palabras para ser contadas, que no broten más por favor, basta. Creo que entendí el mensaje.. o eso creo. De entre todo el maquillaje entendí una sola cosa, “algún día... algún día nos encontraremos”.
La realidad suele ser cruda, pero al mismo tiempo reveladora. Llegué por fin a rozar esa capa tan ansiada, llegué. La espera mereció la pena, dosis de realidad mezcladas con recuerdos, elegancia. ¿Es la nostalgia algo parecido a querer coger ese rincón de la memoria y revivirlo una y otra vez? ¿Es la nostalgia esa sensación de desear retroceder y cambiar? ¿Es la nostalgia ese escalofrío interior de haber perdido ese tren por no haber corrido? si es todo eso a la vez, mezclado y en su dosis más abundante, entonces es nostalgia lo que siento. Los espejismos no alimentan el alma pero sí nutren la esperanza, la esperanza de lo incierto, la esperanza de los sueños. Este tren hace tiempo lo perdí y jamás podré cogerlo, pero soy feliz al pensar que pude.
¿Podría alguien en su sano juicio escuchar un silencio? mitificarlo, malinterpretarlo. Escuchar lo que uno quiere oír en ese silencio, leer lo que uno quiere ver en ese silencio, imaginar lo que uno quiere que sea ese silencio.
¿Tan difícil es romperlo? Es demasiado fácil excederse, expandirse, complicarse. La medida se escapa, se desborda. Sabio aquél quien mantiene el equilibrio. Y yo... no puedo.
¿Qué explicación es esa? ¿qué tipo de respuesta es esa? ¿algún tipo de limosna?
Las intenciones eran buenas, quizá sólo buenas para mí... pero en absoluto eran malas para el resto. Lo hostil está justo al otro lado del universo, nada más lejano.
He estado siempre aquí inmóvil, durante todo este tiempo, toda una década. La década del encuentro, la década del despertar, la década del descubrir, del pecado original. Nunca pedí nada a cambio. Entendí la situación, la más dura de afrontar que me he encontrado jamás pero la respeté, la acaté en silencio... obteniendo silencio a cambio. Ese silencio que me destrozó. La principal misión de la vida es sobrevivir y eso fue lo que hice. Un nuevo rumbo con nuevos silencios... algunos de ellos más gratos que los de antaño. Pero todo se altera cuando un día reaparece el encuentro del silencio, ese silencio... “el silencio”.
Quizá sí que existan mundos paralelos, vidas tan dispares y distintas. Seguramente sí que hayan personas tan diferentes entre sí que nada compartan en común, que nada tenga el mismo sentido ni el mismo significado, que las mismas palabras digan cosas distintas y el silencio... puede que incluso el silencio sea distinto. Impotencia, rabia, tristeza, incomunicación, anhelo, confusión. Supongo que nada podría ser nunca del todo complaciente, ni yo mismo se lo que quiero, quizá sólo respeto, contar con alguien y que cuenten conmigo, que me cuenten. Deseo saber, conocer, ayudar, creí dar ese mensaje pero creo que o lo di mal, o no se me entendió. Dichosa comunicación, es tan difícil siempre. Pues abrí mi interior, mis temores, mis inquietudes, mi presente. Hablé seguramente demasiado, rasgo propio, grité con todas mis fuerzas, pedí una respuesta para saber si era o no bienvenido “...si, ya te veo...” pero sigo sin saberlo, ¿qué contestación es esa?.
Supongo que la brevedad es una virtud la cual desde luego yo no tengo.
Y por fin lentamente parece que poquito a poco el horizonte asoma su faz, apreciando esa luz que amanece detrás de él.
Han pasado tantas cosas desde esas tres palabras. No se qué pudo ser lo que desató el desenlace, lo que inició el proceso, lo que provocó el torrente de palabras, que a pesar de no ser tantísimas, para mí sí son muchas y a mi parecer siempre sabias.
Creo que un detonante pudiera ser ese encuentro fortuito dentro de ese espacio que permite ser a cada uno tal como es... ese refugio, ese laberinto. Donde conoció el evento, la inflexión.
No se cómo agradecer el apoyo, el interés desinteresado, la ayuda porque esas palabras me ayudan muchísimo, estoy hablando con ella, persona, respuesta, manzana.
Pude ver una faceta que desconocía por completo e hizo avanzar un paso hacia la meta de la misión inicial. Una faceta más que humana. Palabras frescas, naturales. Contándome cosas de su vida, de su entorno próximo, de SU interior. Proyectos, intenciones, sensaciones... incluso comparaciones, similitudes y diferencias.
Y una vez más la teoría de la “Cadena de Despropósitos” acecha mi interior.
Amor y música: dos grandes motores... no sabes la razón que tienes...
“escribe cuando quieras que te escucho”. Simplemente no hay palabras...
Y una vez más, no me cansaré de repetirlo... gracias.